DANIEL F - LA VENTANA DE LOS CÍCLOPES


NOTA DE PRENSA DE PÁNICO PRODUCCIONES

Una ventana, una ciudad muerta, un ojo indevoto. La humanidad ha alcanzado su punto más bajo, haciendo que el mundo sea solo una esfera inánime flotando en el espacio a punto de desaparecer. El Valle de los Limbos, con sus tugurizadas construcciones verticales, es el último sobreviviente de todo este desquicio. Allí, rodeado de arterias de cemento y vidrio, se sienta Seryoh Val, un viejo Cíclope que observa insensible todo desde su ventana. Hace muchos años que perdió todo, o casi todo. Aunque ya no importa.

La Televisión, sempiterna e indestructible, está transmitiendo desde las faldas del Qolquepunku, una proclama de Jurko Payacca, el último Q’uero de la región alta, haciendo un desesperado pacto con el viejo Apu Ancestral Ausangate y prometiendo recuperar la Nieve de las Estrellas, la magia secuestrada por la sociedad industrial alienante, e intentar con ello revertir el caos de tantos siglos de egoísmo tecnócrata. El narrador de las noticias repite un antiguo texto: “Cuando el Apu Ausangate pierda su manto de hielo, cuando el Qolquepunku se vea desnudo ante los cielos, el mundo morirá”. Seryoh, el viejo Cíclope citadino, desde su indolencia y desgano, decide hacer la última peregrinación al Santuario en Sinakara, romería que hubiera querido hacerla junto a Sofía, su fallecida esposa, y sus hijos, todos asesinados en medio de una época de barbarie ke cubre al mundo. Por ello decide hacer esta riesgosa aventura, y terminar sus días en aquellas alturas, en Sinakara, junto al Señor del Qoyllurit'i. En el camino se cruza con “las Naciones” de Jurko Payacca, con quien tendrá un singular encuentro. La esperanza frente a la Indiferencia.

Esto es, a grandes rasgos, la nueva historia que, con música y poesía, nos trae el cantautor nacional Daniel F, su nuevo trabajo conceptual, a caballo entre el rock y el canto urbano, el folclor y el sinfonismo, y todo esto, envuelto en un duro cascarón en tiempo de Opera Rock (¿o una Ópera Urbano-Andina, tal vez?).

La ecología, el drama del cambio climático y el abuso de tecnologías y recursos en deterioro de nuestro mundo, nunca había sido traducida en una obra completa de Daniel F. Pero con La Ventana de los Cíclopes” se da por fin esta oportunidad. Como dicen nuestros amigos de Mocicc: "Recordemos que el Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático y uno de los efectos más obvios en nuestra realidad es el retroceso y desaparición de nuestros glaciares. El país tiene más del 70 por ciento de los glaciares tropicales del mundo y gracias a ellos, las ciudades desérticas de nuestra costa cuentan con agua para el consumo de sus habitantes y el riego de sus valles, sin embargo, desde 1970 se ha perdido aproximadamente el 25% de la masa glaciar."

Pero tal vez lo más sorprendente sea el grupo humano con el que Daniel F se ha rodeado para llevar adelante tamaña empresa. Tomar nota: Lucho Quequezana, uno –sino el mejor- de los grandes músicos de estos días en nuestro país; Magali Luque, una de las mejores voces femeninas, haciendo el papel de “La Tierra”; Alberto Chino Chávez, quien encarna al Apu Ancestral, entre otras personalidades, teniendo como marco sonoro a una poderosa agrupación salida de las canteras de ese conglomerado de músicos progresivos llamado SONIDOS LATENTES. También estará nuestro amigo Miguel Flores, ambientalista y veterano de mil batallas, que hará percusión andina y será el narrador. Todos ellos, junto con la banda DRUGOS, darán el marco perfecto para la poesía y la música de Daniel F. Esto no hace más que elevar el nivel de un trabajo que, no lo dudamos, quedará como uno de los grandes hitos de la música popular de nuestro país.

Todo esto se presentará por fin el sábado 26 de Noviembre (del 2011) en el mejor sitio de Lima para esta clase de espectáculos: El Anfiteatro del Parque de la Exposición. Las entradas estarán a la venta en los módulos de Tu Entrada de Plaza Vea y Vivanda, en Galerías Brasil (tienda "Moving Sound"), en "El City-O" (Cantuarias 140, Miraflores) y en Polvos Rosados.

PÁNICO PRODUCCIONES


PALABRAS DEL AUTOR

"La Ventana de los Cíclopes” es una épica ambientalista en defensa de nuestros nevados andinos. Es la eterna historia de la indiferencia ante las calamidades ecológicas, teniendo como marco narrativo la festividad, la peregrinación al Santuario del Sr. del Qoyllurit’i, en el distrito de Ocongate, Cusco. Lo que pasa es que cuando era pequeño, en 1970, oí un disco de Gerardo Manuel y el Humo llamado “Machu Picchu 2000”. Y un poco el fondo de este trabajo era decir que cuando llegue el fin del planeta, solo quedarían en pié las pirámides de Egipto, las líneas de Nazca, las ciudadelas mayas y aztecas, Saccsaywaman… y por supuesto: Machu Picchu. Eso me impactó mucho. Y esta “Ventana de los Cíclopes” viene a ser una conjunción de esos temores y esas enloquecedoras visiones, centrada justamente en una ciudad por demás mágica: Cusco, un Cusco terminal, una ciudad apocalíptica que aquí le pongo el nombre de El Valle de los Limbos, la última ciudad en pié que le queda al mundo luego de su fracaso de vida.

Pero es recién con la llegada de los informes tan tristes sobre el cambio climático, el retiro de los mantos nevados de muchas de nuestras zonas altas, la despreocupación de las autoridades ante sucesos tan terribles, ke me atrevo a centrar el caletre de esta obra en toda la problemática ambiental de estos tiempos y ubicarlo en plena serranía peruana, teniendo al Señor del Qoyllurit’i como meollo del intríngulis germinal, incluyendo sus figuras, su ritual, sus lugares y su majestuosa festividad de solsticio. Todo esto me ha dado la oportunidad de atacar uno de los puntos más flacos de la sociedad: la indiferencia, la ausencia en las gentes de un compromiso con la vida. De ahí busqué un personaje y un elemento ke resuman esa “media mirada”, esa abulia moral ante los acontecimientos. Y aparecieron el mitológico Cíclope y una muda y muy taciturna Ventana, ke es el vidrioso marco donde la indiferencia suele pegar sus narices.

Tracé algunas situaciones límite ke me permite la ficción y pude cristalizar este trabajo ke, musicalmente, traté de no ubicarlo en ningún punto en especial. Sonoramente es muy ecléctico y no lleva consigo ninguna intención de ser luminoso o brillante en sus formas. No kise hacer un disco ‘de esperanza’; kise hacer un disco lo más agrio y descortés posible. Muy contrario al “Hospicios” ke es un poco más alegre, donde al final los locos logran escaparse y los niños protagonistas salen del Hospicio con muchas historias resplandecientes. Aquí no. Aquí no hay espacio para las ‘buenas formas’, solo intentar mostrar el rostro más abominable de la raza humana. Este trabajo tiene toda esa carga oscura y amarga ke conllevan la decepción o el, como Jurko al final de la obra, resignarse a ser un Cíclope más, dejándose morir y dejar morir lo ke más amamos.

Solo como un detalle extra, mi viaje a Cusco en Septiembre último (2011) junto al fotógrafo cusqueño Renzo Velásquez, fue más que crucial para establecer esta re-afirmación de postulados. Juntos hicimos la peregrinación al Templo del Señor de Quoyllurit’i y llegamos a los pies del QolquePunku y aprovechamos no solo para entablar ese contacto místico con este hereditario rito, sino que, por medio de su cámara y su lente enfilado, el buen Renzo supo capturar para la obra todo ese magistral rostro gráfico de la Festividad.

DANIEL F


Qoyllurit'i (tomado de www.imaginexxi.com)


Al sur de la ciudad imperial del Cusco, a unos 200 kilómetros, se halla el Ausangate, montaña de 6372 metros de altura, venerada localmente desde tiempos inmemoriales.

Allá, muy arriba, está el valle Sinakara, 26 kilómetros al sur del pico del Ausangate. Ahí se encuentra el santuario del Qoyllurit’i, al pie del glaciar que centra una de las grandes peregrinaciones del planeta, siendo de las más importantes festividades del Cusco, Perú.

La santidad del lugar deriva de cuatro factores que están íntimamente interrelacionados:

Primero. La fecha del peregrinaje anual al lugar, siendo precisos el 21 de junio, día sagrado pre cristiano, tiempo del solsticio, que parece estar asociada con la preocupación pre histórica, pan andina por la constelación de la pléyades y su vinculo con las travesías del héroe peregrino mítico Wiracocha

Segundo. La importancia de la montaña Apu Ausangate en cuya ladera está el santuario, pues las creencias locales atribuyen propiedades especiales a las montañas.

Tercero. La leyenda pre colombina que indica que Ausangate se aparece a los campesinos como un muchacho de tez clara y pelo rubio

Cuarto: La leyenda cristiana de cómo un pastor y luego las autoridades religiosas del Cusco se encontraron, en el lugar donde está el santuario hoy, con un joven misterioso de apariencia Caucásica que asumieron era el Cristo niño

Todas las tradiciones pre colombinas fueron rápidamente adaptadas y perpetuadas como formas de devoción cristiana, por las instituciones españolas, tanto políticas como religiosas, durante el virreinato, creándose un proceso de sincretismo ejemplar. Sin embargo, hasta el día de hoy se mantiene un paralelismo de creencias. Hay peregrinos que no visitan el templo cristiano ni participan de las misas, presentándose alternativamente en los santuarios al aire libre que rememoran las creencias pre colombinas.

La transformación del lugar de un espacio sagrado nativo a un lugar de peregrinaje católico comenzó en 1783 cuando el clero dio inicio al culto del señor del Qoyllurit’i declarando la aparición de Cristo en el lugar. Las hermandades y cofradías actuales cuentan con el aval de la iglesia Católica para ser los custodios del santuario. Estas hermandades y cofradías controlan el culto, la capilla y la procesión de sagradas imágenes, esforzándose por dar un toque marcadamente católico en todos los procedimientos de protocolo y rito.

Maravillosamente, en dos ocasiones, a mediados de junio, durante la luna llena previa al Corpus Christi y en septiembre 14 los peregrinos llegan por docenas de miles en un proceso coordinado desde hace siglos, respetado y repetido por los viajeros. La ocasión en junio tiene ahora, además, un carácter también turístico, pudiéndose ver la versión más pura del festival en septiembre.

Los preparativos comienzan meses antes en comunidades y pueblos del Peru y Bolivia, organizados por voluntarios cuya responsabilidad se denomina cargo, indicándose que se representa a una nación. Cada grupo de peregrinos lleva una lámina, icono que representa a su comunidad o nación, para presentarla al Señor del Qoyllur Riti en el santuario durante una noche. Este peregrinaje tradicional andino implica obligatoriamente la participación de músicos, danzarines, coreografías, ritos y elaborados vestuarios, sin los cuales la naturaleza de la festividad perdería su razón de ser, pues todos estos elementos son parte del culto mismo al Señor del Qoyllur Riti.

Más allá de lo mágico religioso, las festividades tienen todo lo espectacular de los grandes desplazamientos de personas. Las actividades coreográficas de los cientos de grupos de bailarines son parte intrínseca de este rito andino que tiene en el ukuko o paulucha a un personaje protagónico de todo el evento.

Se dice que el ukuko es hijo de mujer y oso. Viste camisa blanca, una desgarbada chaqueta oscura cubierta de largas hebras hasta la rodilla y máscara de lana, llevando un látigo en la mano para imponer el orden entre los peregrinos. Pero el ukuko también representa el papel de embaucador, habla en un tono alto de voz, juega y bromea.

Temido por todos por su fuerza sobrenatural el ukuko también tiene la responsabilidad única, que asume a nombre de todos los peregrinos, de escalar hasta la cima del nevado para llegar al glaciar Sinakara.

Antiguamente regresaban cargando hielo en sus espaldas para repartirlo entre los peregrinos. Pero, desde hace varios años y hasta la fecha, debido al retiro del glaciar como consecuencia del calentamiento global, por respeto al Apu, los ukukos decidieron no continuar con esta práctica, aun cuando continúan subiendo ritualmente hasta la cumbre, poniendo en riesgo sus vidas, falleciendo a veces algún ukuko en este peligroso rito.

Este festival tiene una poderosa carga místico religiosa y toca de manera mágica los espíritus de quienes asisten, que vencen el frío, la falta de sueño, alimento y el mal de altura por la fuerza que se genera colectivamente en esta ocasión.

Sin embargo, el calentamiento global, es un nuevo factor que se ha hecho presente, manifestándose negativamente en el retiro del glaciar, elemento principal de la veneración a la tierra, ahora afectado por esta nueva realidad. Esto nos genera obligaciones para el presente y el futuro. La festividad del Señor del Qoyllur Riti se convierte en símbolo del cambio climático que nos afecta globalmente, pudiendo desaparecer si no atendemos las señales de desgaste ambiental que se presentan.

La realidad del festival cambiará, desaparecerá como una víctima más del calentamiento acelerado, a menos de que hagamos algo.

Lo primero será reflexionar sobre nuevos hábitos y costumbres, para discernir si estamos contribuyendo con nuestros esquemas de consumo al proceso de deterioro de la naturaleza.

También debemos tener presente que recuperar los glaciares pasa por dos momentos:

Primero, mantener un entorno limpio, para lo cual es necesario generar un orden de control de deshechos al momento del peregrinaje, en el caso específico del Qoyllur Riti.

Segundo, actuar en la base del glaciar, manteniéndola blanca, para que se mantenga a una temperatura baja, que permita que el glaciar no se derrita.

En todo esto las comunidades locales van a tener singular importancia pues conocen el terreno, están acostumbrados a la altura y saben cual es el proceso de las festividades. El manejo del proceso se convertiría en una fuente de trabajo para ellos.

Perennizar la festividad de Señor del Qoyllur Riti adquiere una nueva dimensión pues servirá de elemento de referencia que nos permitirá saber si estamos haciendo lo correcto para evitar el calentamiento global, o si, por el contrario, seguimos avanzando arrogante e inexorablemente hacia condiciones climáticas adversas a la humanidad en su conjunto, simplemente por que somos incapaces de entender que el orden, el equilibrio y el balance son fuentes inmensamente más poderosas de vida, que nuestros deseos humanos de ir en una sola dirección, cada vez más aceleradamente y sin control.